lunes, 17 de enero de 2011

cartas

Tres días pasaron desde que empecé a buscar esas líneas.
Tres días sin poder consensuar entre lo que mis manos mandan
con lo que mi mente piensa
mucho menos con lo que mi cuerpo siente.
Tres días y sigo sintiéndome una adolescente que escribe cartas
que nunca van a llegar a destino
porque nunca las termina
porque al final
pierden el sentido.
Se atraganta con las palabras
en el afán
por describir
eso que siente
eso que quiere contar,
aquello que quiere que la otra persona sepa.
Tres días y las palabras elegidas
brotan de la boca de otro
en un poema
en una canción
o sólo en la expresión
de decir simplemente
esas dos palabras.