sábado, 22 de noviembre de 2008

Pará...

........No hicimos más que lastimarnos…jugamos un juego que pensamos que nos gustaba. Por eso tenía que pasar…uno de nosotros tenía que decidirse y ese sería el punto final de aquellos pares parejos que jamás caminaron derecho. La frase solita sola lo dice, lo adelanta: “jamás caminamos derecho”. Entonces, ya sabíamos que uno de los dos iba a pisar esa baldosa floja para enchastrar con barro --de pies a cabeza-- el sueño blanco en el que pensamos que estábamos nadando. Creo que sabíamos que iba a ser yo. Creo que sabíamos que ibas a ser vos. Creo que sabíamos que íbamos a ser los dos. Con sutiles diferencias, pero seríamos los dos. Jugamos a reírnos de nosotros mismos y a ignorarnos al mismo tiempo que nos buscábamos. No entendimos que jugando al amor se enamoran los enamorados, que nosotros decidimos no mirar para ese lado o, al menos, intentarlo. Jugamos a jugar un juego que juego…Perdón, corrijo: que ya no juego. Jugamos a pasarla bien en el momento, no pensamos en el después, porque no existía un “después”, era un borrón y cuenta nueva…Y ya, al cabo de unos meses, jugábamos a seducirnos sin seducción y empezamos a pervertirnos sin perversión. Fue todo un ir y venir constante, imposible de interpretar y también de explicar. Por eso es muy posible que no me entiendas en este momento, que me enrede un poco jugando con palabras que riman que le dan algo de agilidad a esto que intenta ser…Un “híbrido” diría un amigo, algo amorfo que no es poesía, tampoco una narración ni una carta…Así y todo, tiene un poco de las tres. Así es que fue. Así fuimos nosotros. Por no saber dónde estábamos parados, tampoco supimos coordinar en el tiempo ni en nuestras mentes. Y yo me dejé llevar inventando fórmulas que no me sentaron bien o la que, a mi modo funcionaba, al tuyo no. “Jamás caminamos derecho”. Esa frase me hace eco y retumba en mi pecho por algo que no fue. Me da bronca e impotencia. Te abrí un abanico de posibilidades para que pudieras elegir y preferiste el silencio y jugar a la incertidumbre, preferiste hablar sin decir nada. Te abrí una parte de mí… hasta mis piernas. Já. Y no hiciste nada, sólo te moviste un poco. Yo sólo quería explorarte y abrazarte, pero no me dejaste. Yo quería moverme como pez en el agua y no me dejaste, te acaparaste en tu caparazón. Hasta que pasó lo que tenía que pasar. Decidiste tarde…decidimos tarde…Se nos hizo tarde...Ahora yo me acaparo en mi caparazon.


No me digas que fue justo…porque ya era tarde, muy tarde.

PD: Un recuerdo para que tengas presente…
05 de agosto de 2008



· · ·
D
e eso me gustaría hablar, de un par o
dos pares,
del zapato rojo de moño que sólo pega
con el
otro zapato rojo de moño al costado,
y del azul eléctrico que sólo pega con el azul,
obvio, eléctrico.

De aquellos pares parejos
que cada uno por su lado
conforman un
todo
completo,
pero que sin el otro
no son nada,
más que un simple objeto que no tiene
un fin
concreto.
Que sólo ocupan un espacio (hueco)
más en el sin fin del ropero.

Es decir, tal vez...
¿De vos y de mí?
....de nosotros dos, de algunos dos.

No sólo de mí ni de ti,
sino que de dos.

Esos dos que a veces son tres (a la fuerza)
o son uno (que se pierde)
o no son ninguno (porque no existen).
Porque ninguno de los dos está,
porque ese se olvidó de aquel
y éste de ese
y él de vos...
como vos de él.

Y todo se desvanece.

¿Será porque nunca hubo un par?
Sí, sabemos que siempre fuimos
desparejos,
que jamás caminamos derecho
y que no formábamos parte del mismo
juego.


(Creo que por eso te dejé perplejo.)

Me teñí de los mil colores
y me disfracé de todos tus dedos
que acariciaron mí cuello
algún día que no sabías ni por dónde
ibas
y apenas lo que decías.
Las pocas veces que oí lo que
balbuceabas,
las muchas veces que di la cara
sin una máscara que aparentara.
Hasta me creí modelo capaz de
amoldarme a la forma
de cualquier forma
porque vos te habías disfrazado
simulando formar parte de mi otra parte.
·


.Y no eras (sos) nadie.


·Por eso ahora
seguiré buscando y hurgando
entre pies descalzos y
zapatos desalineados de roperos
inexplorados,
aquel que calce
y que camine a mí lado.
· · ·


Porque sin ti puedo andar,
pero no caminar.
Puedo proyectar, pero no realizar.


· · ·

1 comentario:

Anónimo dijo...

Juegos de palabras que explotan por todos lados, abriendo diez mil puertas para ir a jugar. A veces el arroz con leche se pone agrio, no?... Y hay que volverlo a cocinar.